2.10.08

A pesar de no haber visto a Galeano, maravillosa Montevideo

Ciudad antigua, Spléndido hotel.
Teatro Solís con fotos de Gardel como si se encontrara en cuna conocida.
En la esquina, el Barolo uruguayo, donde comienza la Av. 18 de julio repleta de comercios, algunos cines y salas teatrales y mucha, mucha gente.
Milonga improvisada en la plaza y artesanos por todos lados.
Bares de lunes a viernes y los otros bares de largas noches hasta el mediodía.
Mucho alcohol en las venas abiertas de América.
Gran cúmulo de restos desparramados.
Muelle sin Astillero y con anhelo.
Personas que te desean amablemente el disfrute del día, pero que no saben donde ir o donde estar.
La playa adorable, dos caras de un mismo río con un gesto diferente de cada lado.
El alimento del cuerpo, sabrosísimo; el del alma, cargado de voluntad y disfrute.
Los suburbios o los altos barrios; todo suma, todo es más.
El constante mate y termo bajo el brazo en cualquier momento y en cualquier lugar, le da un aire de pueblo, de pasividad diaria.
La ambientación años 50 de la habitación introduce en una cinta de antaño, lo mismo ocurre con algunos bares…
Serenidad, armonía, satisfacción y contento.
Todo esto nos reveló la otra orilla.
Viajar regocija el espíritu.
Conocer nuevos lugares, compartir trayectos.
Todo esto y como siempre, ganas de volver y volver y…